LLegamos como exiliados a la playa del Litoral Crepuscular en las costas de Wraeclast y defendiendo las puertas de acceso a las ruinas de la ciudad de Lioneye, un gigante llamado Hillock nos impide el paso.
Le llamaban Hillock ...
Era tan grande, que al nacer casi parte a su madre en dos. Durante su adolescencia se le apartó de otros niños, temiendo que su gran tamaño les causara lesiones al jugar con ellos. A medida que iba creciendo, su tamaño cada vez era mayor y la gente venía de muchos lugares tan solo para verlo.
Pronto encontraría trabajo como herrero, siendo capaz de blandir el martillo mucha más rápido que cualquier otro hombre. Tenía muchos vicios entre ellos la bebida y despues de un día de trabajo se le solía ver en la taberna, rodeado de jarras vacías. A pesar de ser tan grande, era inofensivo y todo podría haber seguido así durante mucho tiempo si un viajero que pasaba por allí hubiera callado la boca.
Probablemente fué un comentario incocente o en broma, pero Hillock rodeado entre sus jarras se sintió ofendido. De un sólo golpe mató al viajero, casi separandole la cabeza de sus hombros. Cuando sus amigos fueron en su ayuda, Hillock gritó con furia .... y segundos despues, el suelo estaba bañado en sangre, con sus cuerpos despedazados.
Hillock volvió a su herrería para curar sus heridas y nadie se atrevió a entrar en ella para que respondiera por sus crímenes. En los días que le siguieron, la gente se empezó a sentir incómoda por los golpes y chirridos que salían de su herrería.
Cuando Hillock salió, ya no era el gigante inofensivo que conocían en el pueblo. Silencioso, sin humor y llevando consigo una gran espada, que había forjado tras la matanza. Habiendo probado la sangre, Hillock mataría a cualquier hombre a la menor provocación.
Pronto, un grupo de valientes se armó de valor y en la oscuridad de la noche, entraron sigilosamente en su herrería y mientras dormía hundieron sus espadas en el enorme pecho de Hillock. Cogieron su cuerpo y lo arrojaron por el acantilado. Ese tendría que haber sido el final de Hillock, pero no lo fué.
Meses más tarde, un pescador regresó a las costas de Wraeclash e informó de la presencia de un gran gigante frente a sus costas. Pronto empezaron a aparecer cuerpos apilados en la costa, la mayor parte de ellos desmembrados.
Hillock se convirtió en algo más temible de lo que fué en vida, se le suele ver caminando por las costas de Wraeclash aun atravesado por la espada que lo mató. No siente el frío helado de las aguas del océano, ni las numerosas flechas que atraviesan su cuerpo. Su corazón está lleno de odio, esperando por nuevas victimas que se crucen en su camino, por las costas de Wraeclash.
La Historia de Hillock